lunes, 27 de junio de 2016

La eterna paradoja de los logros y los segundos puestos

Hoy me levanté, y me vengo a enterar que perdimos otra final.
Niké, la diosa griega de la victoria. ¿Dónde estás Niké?

A la mañana en la radio "Vorterix" una reflexión del conductor me ponía a pensar a mí también.

Otra vez. La verdad yo soy de los que están medio fastidiados con la selección de fútbol, aún cuando no me interesa el fútbol y no miro los partidos, ni siquiera miré el partido de ayer. Detesto a los veletas de los resultados y las copas, siempre defendí a la selección, pero perder tres finales seguidas ya le rompe las pelotas a cualquiera. Más allá de lo que digan los predicadores del coaching y la satisfacción del intento, es perfectamente normal sentirse mal cuando se estuvo tan cerca y no se pudo. Por cuarta vez, al parecer.


Por eso no voy a jugar a defender conceptos como "lo importante es actitud y no el resultado" y demás placebos de la mediocridad. Pero sí me parece que es necesaria una autocrítica y reflexión. En otros deportes como el básquet disfrutamos más de los progresos sin necesidad de apelar a el "traigan el oro o habrán fracasado", pero cuando se trata de fútbol no. Cuando se trata de fútbol no nos importa nada, y no sabemos de grises. Nos olvidamos que en años recientes estuvimos bien hundidos y en muchas competencias no llegábamos ni a una semifinal. Como dije: No estoy de acuerdo con el conformismo deportivo, pero ¿Por qué no valorar cuando en líneas generales estamos viendo una curva de progreso? Y sin ser futbolero ni entender de las tácticas de este deporte me doy cuenta del aparente por qué. Hemos mejorado, pero en los momentos decisivos fallamos miserablemente. Nuestros "mejores" jugadores que están acostumbrados a ganar finales, de repente se ponen la camiseta de su país y pierden completamente esos nervios de acero, esa temple de campeón. "Se les enfría el pecho". Como si el deporte fuera pura cuestión de pasión, pero bueno eso quedará para otro debate. Lo cierto es que, al parecer, la duda les ha robado la gloria a nuestros jugadores. Y nos la ha robado a nosotros también, algunos creen.
Y sobre eso giran todos los reproches. Estas dos últimas finales fueron dolorosísimas y lo entiendo. Pero hace dos años perdíamos la final por un solo gol en 120 minutos de juego, con la que era fuera de toda duda la mejor selección del planeta. Sí que nos habíamos perdido un par de oportunidades de oro de maneras aparentemente estúpidas, y teníamos todo el derecho del mundo a sentir frustración... Pero muchos olvidaron el pánico que teníamos de llevarnos una paliza ante un equipo claramente superior, al que le terminamos haciendo partido. Y ahí llego a la conclusión que no nos aguantamos perder con nadie. No nos interesa quién sea, ni su nivel de juego, podemos aceptar la superioridad del rival sólo si se trata de un amistoso pero así y todo nos quejamos, creyéndonos que "tenemos a los mejores jugadores del mundo". Y yo no puedo hacer más que sonreír cuando escucho eso, por que se me hace que tal afirmación responde más a un sesgo vanidoso e inseguro, que a un riguroso contraste de hechos. Y entonces sólo me puedo preguntar ¿Será la soberbia? ¿Será que los argentinos nos creemos tan especiales y superiores que no podemos aceptar que alguien más, o unos cuantos más nos superen? ¿Será que necesitamos creernos eso?

Y con respecto a la última pregunta, me parece que sí. Muchos de los nuestros necesitan creer en eso. ¿Por qué? A lo mejor queremos compensar todo eso otro en lo que nos va mal, con algo de gloria futbolística. La idea romántica de que nuestro sufrimiento como pueblo tiene redención en el mundo de la pelota nos seduce, y nos conquista. Que al subirnos al podio dejamos atrás nuestros problemas por un rato, que el fútbol es nuestro escape de una realidad injusta. Y quizás esto viene desde siempre, si el partido en el que dejamos afuera a los ingleses en el 86 fue culturizado como una revancha de la guerra por Malvinas... El lamento por nuestros valientes soldados muertos y nuestra dañada patria encontraba un efímero alivio en esa cancha de césped, ante la vista de todo el mundo. Al final puede llegar a ser que nuestra mayor soberbia viene de creernos en una posición de inferioridad. O no, me puedo estar equivocando en este intento de analizar la psicología de algunos compatriotas.
En definitiva las rivalidades deportivas existen entre otros países, y sabemos que es muy habitual ver a los finalistas que pierden llorando destrozados, en toda clase de competencia. De ahí el título: La eterna paradoja de los logros y los segundos puestos. Que eso es material para todo un artículo, el eterno mito de "la historia no recuerda a los segundos", esgrimido desde siempre y para siempre por muchos que no llegan ni a ser décimos. Y creo que esto va un poco con nuestra naturaleza animal, el sufrimiento del cazador que vuelve a la tribu con las manos vacías, después de haber gastado valiosas calorías. Y hablando de tribus, también creo que los nacionalismos son versiones súper-potenciadas de antiguos tribalismos. Y de ahí nuestra bronca con los que nos representan, por que les exigimos a nuestros mejores cazadores que nos conviertan en la mejor tribu, la más poderosa. O que nos dejen lo más alto posible, pero haciéndonos saber que lo han intentado con toda cada gota de energía... Y como no sentimos que nos lo estén demostrando, manifestamos un agradecimiento masivo a esos pocos jugadores que vemos corriendo para todos lados en cada partido, a los demás los enterramos con reproches.

Nótese que señalé la palabra "sentimos". Por que eso es el fútbol: Un sentimiento. Una pasión, la cual ignorantes como yo no entendemos del todo. Es un deporte en el que las personas se dejan llevar por sus instintos, y está bien que lo hagan por que somos un animalito más, y necesitamos descargarnos un rato. Pero hay que tener cuidado, por que es ahí cuando podemos permitir que los nacionalismos nos coman la cabeza y nos hagan sostener eternas rivalidades, interminables "picas" con otros países que realmente no tienen razón de ser. Riñas que parecen divertidas, pero que levantan murallas culturales que no nos sirven para nada. Yo también fui parte de todo ese "folklore" muchos años, lanzando prejuicios sobre chilenos o brasileros, alimentando una ridícula inercia cultural. Ahora me acuerdo de eso y me pregunto cómo pude ser tan estúpido, y siento vergüenza al escribirlo... Y de más está decir que los individuos no son responsables de las acciones de sus naciones, cuando de "traiciones históricas" se trata. Ni tampoco son responsables de la versión de la historia que les hayan enseñado.

Por eso las bondades de los nacionalismos, que existen, se ato-exterminan cuando este se convierte en excusa de los prejuicios y las hostilidades sin sentido. No juzgo a una persona por su nación y su cultura antes de conocerla, y si hay algo de estos dos aspectos que no me guste lo señalaré sin necesidad de atacar a las personas por que sí.

Por eso cerrando el círculo, necesitamos dejar el fanatismo nacionalista-futbolero de lado. "Un país que le exige más a un jugador de fútbol que a un político esta condenado a la mediocridad" "El fútbol es el nuevo opio del pueblo" leí hoy por ahí, y tendría que ser un imbécil para estar en desacuerdo. Destrozamos a nuestros jugadores por que no juegan como queremos, que está perfecto criticarlos por que no son ídolos sagrados, pero lo hacemos en base a la temperatura de su tórax y no a un análisis serio. Nos regodeamos de ver fracasar a nuestros "enemigos", cuanto más miserablemente mejor, pero cuando nos toca a nosotros derramamos lágrimas hasta el cansancio y pedimos que rueden cabezas. Para colmo, cuando se trata de política defendemos o defenestramos a los políticos según cuán bien o mal nos caigan, siguiendo una inercia futbolera estúpida para eso también.

Como dije me chupa un huevo Messi y los demás jugadores, no los voy a defender. Pero sí me gustaría plantear que a lo mejor nos hace falta un poco de autocrítica, a nosotros los boludos que miramos el partido en la tele, que nunca ganamos ni una copita de metegol, y les pedimos a otros que nos traigan el oro o sino son unos inútiles. Eso sí, lo hacemos sentados en un sillón tomando cerveza.

Tampoco es mucho el cambio que pido. Sigamos gritando los goles, sigamos yendo borrachos a la cancha a cantar hasta quedarnos afónicos, también sigamos cantándoles a los brasileros que "son hijos nuestros". Pero aprendamos a separar una cosa de la otra, y seamos capaces de amigarnos con los rivales entendiendo que es sólo un juego. Y que lo importante es ganar, pero que cada progreso hay que valorarlo por que siempre te acerca en probabilidades a ese valioso oro.
Ya llegará nuestro momento de ser campeones. Ya llegará el momento en el que vamos a volver a levantar copas, y nos vamos a sentir orgullosos de nuestros colores. Pero primero necesitamos aprender valiosas lecciones de humildad, y también necesitamos entender que hay partidos más importantes que ganar: En la Política, en la Economía, en lo social... Que sólo los vamos a ganar dejando de lado tribalismos descontrolados. Seguramente nos faltan muchos tropezones más para aprender, pero tarde o temprano vamos a madurar y mirar las cosas con otra perspectiva.
Espero que así sea.

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